Copal gris
Copal es el nombre común de la resina aromática del Bursera, una familia de arboles sagrados, endémicos de México. Suelen verse en selvas bajas caducifolias, esto es, territorios donde la mayoría de los árboles pierden sus hojas inesperadamente durante meses. En náhuatl, a este árbol se le llamaba copalquáhuitl y a su ceniza copalli, mientras que en su uso sagrado era llamado iztacteteo, el “dios blanco”.
Propiedades del Copal:
– Limpia y purifica las energías del lugar y de las personas que lo utilizan, transmutando las energías densas y negativas en energías positivas, aportando un clima de relajación, inspiración y paz.
– Se utiliza para la protección y sanación.
– Ayuda a tener un estado positivo en nuestro día a día.
– Nos conecta con las vibraciones altas y elevadas.
– Otorga energía y poder personal.
– Potencia los rituales, colabora a que sean efectivos, lleva nuestro rezo al mundo espiritual o campo.
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Muchas son las virtudes del copal, en cada región del antiguo Anahuac se llegó a las mismas conclusiones, se emplea con el mismo fin, e incluso se considera un elemento que “enciende la luz interior” del ser humano. La resina del copalli es uno de los grandes dones que nos otorga la madre naturaleza, es un elemento sagrado en el pensamiento de los nativos adecuado para ofrendar, para purificar y propiciar un dialogo del ser humano con el ámbito divino.
En México y algunos países de Centroamérica se conoce como copal (del Náhuatl, copalli, que significaba resina o incienso),una serie de resinas aromáticas vegetales, que se usan como sahumerios o inciensos.
La más común y conocida es la proveniente de los árboles de la familia Burseraceae: Bursera aloexylon, B. graveolens y B. jorullensis, aunque también se extrae de algunas especies de la familia Protium.
Bursera, de acuerdo con Rzedowski et al. (2004), está representado por casi 100 especies que se encuentran en toda la República Mexicana. . Entre las especies de Bursera, B. bipinnata es el taxón de más amplia distribución geográfica en México: se le encuentra desde el sur de Sonora hasta Honduras y sólo está ausente en la península de Yucatán.
Bursera bipinnata, es conocida también por los nombres de: Copal chino, copal santo, palo copal, torote blanco, copal cimarrón, copal amargo o pérlate, copal blanco, copal de penca o copalquáhuitl.
Este taxón representa a las plantas que son explotadas de manera preferencial para obtener el copal blanco, la resina aromática más apreciada y de mayor calidad comercial; pero también, los árboles en segundo lugar son sujetos de recolección por la resina que liberan de forma natural y que se conoce bajo diferentes nombres: copal de piedra, copal negro, goma de copal.
Se trata de árbol bajo, de corteza grisácea y muy ramificado, su altura media es de 6 m, habita en lugares escarpados y forma parte de las poblaciones de transición de los bosques de pinos y encinos y de las selvas bajas caducifolias. Se le halla en lugares de entre 800 y 1 600 m de altitud, con clima por lo general cálido subhúmedo o seco.
En estos lugares, se da una sequía muy fuerte durante más de cuatro meses al año, lo que hace que los árboles tiren todas sus hojas y luego con las lluvias reverdezcan. La mayoría de los copales produce flores al principio de la temporada de lluvias, hacia fines de mayo y principios de junio. Las flores aparecen al mismo tiempo que los renuevos de las hojas. La floración es rápida y hacia finales de junio ya hay frutos verdes. La mayoría de los frutos maduran entre agosto y principios de septiembre. Los estados que tienen una mayor cantidad de tipos distintos de burseras son: Guerrero, Michoacán y Oaxaca.
Los árboles de Protium crecen entre los bosques tropicales siempre verdes y su resina, en particular de Protium copal, según las evidencias arqueológicas, no ha sido registrado en el altiplano mexicano, pero sí entre los mayas, como lo testifican las bolas de copal del Cenote Sagrado de Chichén Itzá (Montúfar et al., 2006).
En la época prehispánica, entre los aztecas, se le conocía como copalquáhuitl: “árbol de copal”, y a la resina extraída de él como copalli: “incienso”. Por su uso religioso era conocido como iztacteteo, esto es, «dios blanco», por el color del humo que despedía. Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de la Nueva España describe cómo la goma de copal era usada de manera ritual por los habitantes de la capital azteca quienes la quemaban como ofrenda a sus dioses:
«En la ofrenda del incienso o copal usaban estos mexicanos, y todos los de Nueva España, de una goma blanca que llaman copalli —que también ahora se usa mucho— para incensar a sus dioses. No usaban del incienso, aunque lo hay en esta tierra. De este incienso o copal usaban los sátrapas en el templo y toda la otra gente en sus casas […].» Historia general de las cosas de la Nueva España, Libro II.
Proceso de extracción del copal
La resina de copal se extrae en la época lluviosa del año (de julio a octubre) por los copaleros, campesinos especializados, con el fin de disponer de la resina para las fiestas de los muertos en noviembre, que se celebra en muchos hogares mexicanos.
Así, los campesinos y copaleros de Jolalpan (Puebla), por ejemplo, extraen la resina de copal haciendo cortes o rayas con una pequeña cuchilla (llamada qui-chala), sobre la corteza de las ramas más gruesas de los árboles de copal. La resina que drena de esos cortes es dirigida, mediante una hoja de encino, hacia una penca de maguey que sirve como recipiente. Esta penca pende amarrada de cada una de las ramas del árbol.
Las rayas de la corteza se realizan de forma concéntrica a la hoja de encino y configuran una especie de abanico. La separación entre corte y corte no es mayor de 0.5 cm y las rayas tienen una longitud promedio de 8 cm. Es importante destacar que los copaleros, por disciplina y en aras de la conservación del árbol, realizan los cortes cada tercer día; por el contrario lo dañarían sensiblemente.
Después de haber practicado varias rayas y cuando la penca de maguey se ha llenado, es retirada y cambiada por una nueva y así de manera sucesiva hasta que deja de fluir la resina. Conforme se deposita el copal en la penca, es liberado de todas sus impurezas, para ello se utiliza una pequeña vara con la cual se retiran los restos foliares que se han acumulado sobre el mismo.
El copal blanco entre más puro y limpio sea, mayor es su valor económico, pues según el Señor Ofelio Tiempos es la sangre de la planta y agrega: “el árbol del copalito nos da su ‘sangrita’, su vida. Dios lo creó para que lo sahumemos.” (Comunicación personal, 20 de octubre del 2004).
Hay que subrayar que la extracción del copal blanco implica que, en numerosas ocasiones, los copaleros tengan que trasladarse e internarse en los montes con toda su familia durante dos meses por lo menos, para trabajar en la obtención de éste.
Originalmente los campesinos podían desentenderse de su milpa hasta la segunda quincena de agosto y sólo entonces salían a copalear. Ahora los copaleros también son campesinos, albañiles y desempleados que pueden internarse entre los cerros desde la segunda quincena de julio, cuando la temporada ha comenzado.
Sin falta, los copaleros, en especial de Jolalpan, Teotlalco (Puebla) y lugares aledaños, regresan del monte cerca del 15 de octubre, porque el día 18 de ese mismo mes, con motivo de la fiesta de San Lucas en Tzicatlán (Puebla), comercializan el copal al mayoreo de manera directa, ya que acuden los mayoristas a comprar el copal blanco y a través de ellos se logra la distribución anual en gran parte de México.
El tipo de resina a la que llaman copal de piedra, negro o de árbol es aquella que los árboles de copal chino exudan de forma natural, a través de las heridas que determinados insectos causan en su corteza, es un agregado de forma redondeada y de color cafetoso o negro.
Además de los copales blanco y de piedra, los copaleros recuperan la mirra, que son fragmentos laminares de corteza, a manera de astillas, impregnados con resina de copal. Este material se obtiene al cortar el área de la corteza del árbol lesionada por las rayas que se les practicaron a las ramas durante el proceso de la extracción de la resina.
Otro tipo de copal de Bursera bipinnata es el tecopal, una estructura pequeña, redondeada, muy compacta y configurada de manera natural, con piedras de hormiguero amalgamadas con resina de copal. Es un producto especialmente terapéutico y de valor igual o superior al de copal blanco.
El copal y su trascendencia en el pasado
De acuerdo con la información de fray Bernardino de Sahagún (2002), fray Diego Durán (1984), fray Toribio de Benavente o Motolinia (1995) y Hernando Alva-rado Tezozómoc (1994), en los contextos rituales prehispánicos se ofrendaba la resina de copal blanco tanto de forma física como en forma de humo, al ponerla sobre la lumbre.
Fiestas prehispánicas Con el humo de copal se honraba a las imágenes divinas y se propiciaba el vínculo hombre-entidad divina. Las figuras de sus dioses se sahumaban con copal varias veces al día, en cada caso los sacerdotes dirigían el humo aromático hacia los cuatro rumbos cardinales y al sol, en un acto ritual.
Según los relatos de los españoles a su llegada a Mesoamérica, el incienso que conocemos como copal era considerado por los antiguos mexicanos como un dios con poderes mágicos y religiosos que lo convertían en un protector. Lo llamaban iztacteteo que significa «dioses blancos», por el humo que produce cuando se quema sobre brasas ardientes.
Según estos mismos relatos, la gente usaba el copal con mucha frecuencia, al menos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. Se usaba para ofrendar a los dioses, para limpiar los templos, durante los funerales y en las ceremonias para pedir por las cosechas.
Se usaba copal para las festividades dedicadas a los dioses dadores de la lluvia, para reverenciar a los númenes del maíz y a los dioses principales del panteón nahua: Huitzilopochtli, Tezcatlipoca, Xiuhtecuhtli; se hacían rituales con ofrendas y copal para propiciar la buena cacería, pesca, extracción de madera, resinas y piedra de los montes, el establecimiento de las plantas en la jardinería; para honrar a los guerreros por sus victorias militares, etc
Se puede decir que prácticamente no había ceremonia importante que no estuviera acompañada de copal.
En los códices, que son libros muy antiguos hechos de cortezas de árboles en tiempos anteriores a la Conquista, hay dibujos que nos cuentan episodios importantes de la vida de los pueblos antiguos. En muchas de sus imágenes se pueden observar dioses o sacerdotes ofrendando copal, el cual guardaban en un morral especial.
El copal en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan
Los antecedentes históricos emitidos manifiestan el amplio uso ceremonial del
copal en el ámbito religioso y social de la época. La connotación simbólica y ritual
de esta resina se ratifica ante la riqueza y variedad de los artefactos y fragmentos de
copal recuperados como material de oblación en más de 70 de las 118 ofrendas excavadas
en el Templo Mayor de Tenochtitlan (tmt) (López Luján, 1993). Dichos
elementos —ahora reunidos en la Bodega de Bienes Culturales del Museo del
tmt— están representados por artefactos en forma de cilindros, conos, bolas, bases
piramidales o redondeadas de cuchillos de sacrificio, barras, fragmentos y figuras
antropomorfas de copal, muchas revestidas con estuco, mientras que otras no presentan
ninguna cubierta y están hechas de copal blanco puro. Cabe subrayar que
en la superficie de algunos de estos elementos de copal fueron registrados restos
foliares y de corteza del árbol de copal de Bursera bipinnata. (Montúfar
López, 2004, 2007
Según la Biblia, los reyes magos llevaron de regalo al niño Jesús incienso y mirra, resinas producidas por árboles de la misma familia de los copales, los palos mulatos y algunos cuajiotes.
Además de usarse como incienso, se han descubierto otros usos del copal. Por ejemplo, se han encontrado ofrendas que tienen copal en forma de pequeñas tortillas, tamales o granos de maíz. Por esto algunos estudiosos de las antiguas culturas azteca y maya, piensan que el copal fue considerado alimento para los dioses.
Se ha descubierto que el copal también era utilizado como pegamento para hacer incrustaciones en las máscaras y unir los mosaicos de piedra, concha y otros materiales. Mezclado con pigmentos, el copal también se usaba para elaborar pinturas con las que se decoraban los murales, y en la orfebrería se utilizaba copal en el proceso llamado «cera perdida», aunque se usaba la resina, en vez de cera.
El término copal deriva del vocablo náhuatl copalli, el cual califica a varias resinas aromáticas de nuestro territorio y también, a partir de la conquista española, a diversas del mundo: copales de África Oriental (de Zanzíbar, de Madagascar y de Mozambique), de Manila (Indonesia, Filipinas, Malaya e indias Orientales), entre otros (Hill, 1965: 184, 185). Al llegar a esta región, los españoles conocieron el uso ceremonial del copal y descubrieron que su aroma era casi igual al del incienso utilizado en Europa con el mismo fin.